Sin haber conocido el amor, ha muerto un hombre. Tal vez el más bello de cuantos han existido y el más deseado.
Fueron muchos los hombres y mujeres que
intentaron seducirlo. De la última, languidecida por su rechazo, aún
se puede escuchar su voz bajo los arcos del Puente. Un desprecio que pagó caro. La Fortuna lo trajo hacia la orilla y el reflejo del río lo
ahogo con sus brazos.
En su lugar una flor, el narciso
(Narcissus papyraceus), mito y perfume.
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