Esa
mariposa sin pedir permiso
se
mueve a sus anchas,
sabe
que el planeta es territorio abierto
para
los que viajan.
A
esa mariposa de vivos colores
que
llaman Monarca
nadie
se lo ha dicho pero ella lo sabe
dónde
está su casa.
Donde
el sol calienta, donde crece el hijo,
donde
brota el agua,
donde
el cuerpo pide, donde no hay herida
y
el amor aguarda.
Año
tras año,
sin
pasaporte,
la
mariposa viaja
del
norte al sur,
del
sur al norte.
Y
aquí en los Sotos de la Albolafia somos testigos de la migración de
otra mariposa que cada año, al igual que la mariposa monarca, ella o sus descendientes realizan una
migración de 14400 kilómetros, desde el África tropical hasta el
Polo Norte, la caldera (Vanessa cardui) abundante y llamativa, a la que podemos observar con relativa facilidad buscando
entre los cardos lugares donde alimentar sus orugas.
Mariposas
sorprendentes que viajan del norte a sur o del sur a norte, o como
la moradilla del fresno que se asocia a las hormigas para defenderse de los depredadores.
Abstractas como la mariposa del almez o clásicas como la blanquita
de la col.
Conocer e identificar las mariposas diurnas que vuelan en Córdoba es mucho más fácil gracias al trabajo generoso de Rafael Obregón y Juan Manuel Sánchez. Dos grandísimas personas que revelan en su libro Las mariposas diurnas de sierra Morena de Córdoba que lo pequeño es hermoso.
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