Entre que cada uno oye lo que quiere y que el carbonero común (Parus major) es un auténtico políglota, al pajárito no le faltan nombres que reproducen, con más o menos éxito, su variado canto: aguaqui, chichipan, cagachin, chochovi, etc.. Unos cuando oyen al pájaro hacer ti ti tá y con el hambre escuchan "chicha y pan". Otros, al depender su subsistencia de lo que haga el tiempo, recibe del pájaro predicciones meteorológicas "agua aquí, agua aquí". Por su lado, las aceituneras de Carcabuey afirman que lo que realmente dice es "chocho vi, chocho vi" proclamado por el párido cuando alguna de ellas se retira de la cuadrilla para aliviar la presión de la vejiga. Y siempre hay una minoría que oyen auténicas barbaridades que por vergüenza no transcribo.1
A lo mejor, no es nuestra imaginación la que nos hace escuchar determinados mensajes y sea el propio pájaro quien se burle de nosotros emitiendo frases oportunas para divertirse con nuestra reacción. Yo no lo descarto, ya que se dice que los carboneros son aves inteligentes capaces de desarrollar variados comportamientos para conseguir el pan de cada día. Tal vez sea así, y estos pájaros tengan una gran capacidad de comunicación, al fin y al cabo los paridos aparecieron hace 5 millones años, a la vez que los homínidos.
Sea como fuere, es una delicia que poquito a poquito, carboneros y hererilllos vayan ocupando las zonas verdes de la ciudad, y sea una vez más el río el espacio elegido por estas aves para irse acostumbrando a nosotros, comprobando que nos hemos vuelto inofensivos. Con suerte, y ojalá más pronto que tarde, estos pajarillos terminaran comiendo en nuestras manos, sería la muestra de que progresamos, señal de que nuestra especie quiere vivir en amistad con su entorno.
1. Pestana, A., LAS AVES IBÉRICAS EN LA CULTURA POPULAR, pp. 149-152
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