En mi primera guía de aves, en los tomos de
Fauna Ibérica, etc., los mapas incluían a Córdoba en la
distribución del más pequeño de los carpinteros, el pico menor
(Dryobates minor). Sin embargo, no era así, este pícido estaba
ausente de gran parte de Andalucía, su principal población en la
Comunidad se localizaba en la Sierra de Aracena.
Este pequeño carpintero fue
colonizando de oeste a este Sierra Morena, a la provincia llegaron
por los arroyos del Parque Natural de Hornachuelos (río Guadalora y
arroyo de la Rabilarga). En otoño de 2012, Olmo, Yael y yo,
localizamos un ejemplar en el arroyo Bejarano. Me puse contentísimo,
tanto que entusiasmé a mis nenes con la observación, estaban
eufóricos no por ver el pico menor, más bien le daba igual, sino
porque afirmaban que me habían traído suerte. En la primavera del
año siguiente, también lo vimos en el mismo lugar, esta vez un par
de ejemplares no paraban de tamborilear y reclamar. Quedé
sorprendido con el avistamiento, especialmente, porque no se fueron a
cientos de kilómetros de allí de las voces que dieron mis amuletos
aquel día.
En el tramo urbano del Guadalquivir era
cuestión de tiempo que apareciera, a veces, incluso aluciné con
oírlo pero nunca estaba seguro. Por fin, en diciembre de 2014 vimos
un ejemplar picoteando los olmos de lo que antaño fue la Alameda del
Corregidor. Desde entonces lo hemos pillado alguna que otra vez.
Recientemente Luis y Elías me
informaron de un ejemplar macho que andaba por los Sotos de la
Albolafia. La víspera de reyes, cuando me dirigía con Violeta a la
cabalgata nos lo encontramos picoteando las ramas acompañado por
mitos, herrerillos y carboneros.
Entre ese pájaro y yo hay algo
especial, el ser una miniatura de otro pájaro carpintero lo hace
entrañable, algunos naturalistas lo llaman el duendecillo del
bosque. Sin embargo, esa simpatía con el capinterito nace de la
ilusión, la ilusión de la niña, del niño, que busca y encuentra
lo mágico en lo cotidiano. Parecida ilusión a la que he tenido
muchas veces cuando lo he buscado escudriñando las ramas más finas
de los árboles de ribera o cuando la ilusión se hizo realidad
cuando fue él quien vino a pararse justamente en la encina donde
descansábamos en el Bejarano.
Luis y Elías vieron un macho, nosotros
una hembra, estaremos atentos a la primavera por si estos caminantes
de las arboledas (Dryobates: druos, arboleda; y bates, caminante) nos alegran
los Sotos de la Albolafia con su presencia.
La imagen que encabeza la entrada fue tomada por Juan Manuel Sánchez en las proximidades del Jardín Botánico, el video fue grabado en la sierra de Córdoba.
2 comentarios:
Esperemos que sí, que se establezcan en el río y que sean la avanzadilla de otras especies que hace años nos dejaron (cualquier día nos sorprende el calamón).
Me parece una iniciativa maravillosa.
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