Picogordo (I). Los cascanueces

Hay experiencias que no se olvidan, como la de masticar con ansia una aceituna creyendo que era deshuesada. En el mejor de los casos la recordaremos por el dolor intenso que nos produjo, en otros por lo que nos costó la reconstrucción de la pieza dental.

Numerosas plantas han desarrollado un endocarpio duro para evitar que la semilla pueda servir fácilmente de alimento y muchos animales han desarrollado mecanismos para acceder a las delicias que protegen estas cascaras. Entre ellos destacamos el picogordo (Coccothraustes coccothraustes) capaz de partir con su pico las semillas de almez, cerezo, pino piñonero, etc. Para conseguir tales proezas el picogordo junto con haber desarrollado un hermoso pico posee una potente musculatura que permite que sus mandíbulas ejerzan la presión suficiente para abrir en dos... ¡un hueso de aceituna!.

Esporadicamente habíamos observado su presencia en el río, pero poco a poco parece que la especie se va asentando en la zona e incluso es posible que críe en el Jardín Botánico, sin duda se está viendo beneficiado por el uso del almez en la jardinería.

El picogordo pertenece a la familia de los pinzones, jilgueros, canarios, etc., desgraciadamente durante una época compartió la misma suerte que sus parientes y era usado como ave ornamental, costumbre muy extendida en nuestra ciudad como así lo refleja Irby en su obra Ornitología del Estrecho de Gibraltar (1898).

"En el lado español del Estrecho este pájaro es muy común y muy abundante en invierno. Algunos cría en el Alcornocal en mayo, y durante la época migratoria suelen frecuentar los pinares, son entonces bastante tímidos y es difícil acercarse a ellos. En los alrededores de Córdova son muy abundantes y es allí y en Sevilla donde se les vende vivos por aproximadamente un real la pieza. Yo tuve una pareja que compré en Sevilla durante algún tiempo, pero nunca pude domesticarlos. La hembra finalmente mató al macho, habiéndolo desplumado en vida en varias ocasiones."

En algunos lugares de Andalucía, como Córdoba, el picogordo es conocido como cascanueces, la misma terminología que se emplea en castellano para designar a un córvido habitante de la taiga (Nucifraga caryocatactes) que muy ocasionalmente visita la Península Ibérica. Tan rara es en nuestras latitudes que por ahora solo hay una cita homologada en España.

Curiosamente Arévalo Baca en Aves de España (1887) señala la presencia del cascanueces (Nucifraga caryocatactes) en nuestra provincia.

"Localidades:- Pinares de Sierra Nevada (Granada): López Seoane- Córdoba: Irby, ..."

Sin embargo Irby, en la obra arriba indicada comenta de él:

"Nunca me he encontrado con esta especie de pinar en ningún lado del Estrecho, aunque había un ejemplar en una colección en Cordova, pero cuya procedencia no había sido establecida. Así que, hasta que se obtenga una mayor evidencia, esta especie no puede ser incluida como ave andaluza".

La obra Revisión de las Aves de Andalucía (1870) de López Seoane también señala la especie en Córdoba lo cual sería muy interesante sino fuera que hay fundadas sospechas que Victor López Seoane falseó, por motivos que no vienen ahora al caso, la fecha de su publicación y en realidad hay que datarla en 1893 y por tanto, muy probablemente, hace referencia al ejemplar del que habla Irby.

Así que por ahora nos quedamos sin saber si el cascanueces disecado fue capturado en Córdoba o llegó aquí mediante un intercambio entre ornitólogos. Quizás para desatar este nudo gorgiano haría falta investigar más sobre el naturalista del siglo XIX que aparece retratado junto a un picogordo y al que dedicaremos la próxima entrada del blog.