El dibujo que introduce la entrada lo realizó Anton Van de Wyngaerde en 1567. El autor pinta un río sin vegetación, salvo en lo que son hoy los Sotos de la Albolafia. La alameda del Corregidor aun no existía, fue sembrada con posterioridad. Sin embargo, la barra de sedimentos que hay entre los molinos de la Albolafia y el Pápalo aparece cubierta de árboles y arbustos. No hay ningún motivo para pensar que el autor se lo "inventara", máxime cuando es un autor que cuida los detalles.
¿Por qué existía ese bosquete tras el azud? ¿Por ser inaccesible a la gente y al ganado? o ¿por tener algún tipo de uso?. Una descripción de la zona escrita un siglo antes puede ser la clave de la explicación.
"Porque situada entre dos amplísimas planicies ubérrimas y alargadas se ennoblece al sur con el gran
Betis, Río famoso que corre a su lado y excusa muchas veces la
carencia de peces marinos proporcionando a los ciudadanos excelentes
peces.
La arboleda de la ribera y los
cañaverales húmedos de la azuda, el junco, la caña1 y el palomo
crecen con tal lozanía bañados con tanto verdor que hacen venir
desde remotos lugares innumerables bandadas de aves lacustres para
disfrutar de su amenidad.
Entre los cuales, algunas veces,
selectos nobles, queriendo liberarse de sus preocupaciones, se
recrean con el solaz de la caza.
Tiene el río una noria de ingente
magnitud la cual por la rápida corriente del agua va girando mientras
con un movimiento continuo en forma de círculo hace subir las aguas
sacadas del río sobre la muralla para regar, conducida por canales
subterráneos, el jardín del alcázar real.
¿Quién no se deleita en el vespertino
silencio oyendo los chirridos sonoros de su eje recordando la
representación de la armonía de los cielos en las esferas de los
polos ártico y antártico?
Tienen también dos eximias fortalezas
dotadas de un solidísimo fundamento de piedras que resisten los
ímpetus de las inundaciones evitando la ruina de los pretiles del
antiguo puente situado entre ambas. Por ella los molinos son
guardados indemnes bajo la protección de las murallas de tal manera
que si alguna vez la ciudad se viera asediada nunca el uso de éstos
se le podría impedir."
Por tanto, no es aventurado pensar que esta isla era usada como cazadero por la nobleza, motivo por el cual se preservara un soto en este lugar.
Sorprende la descripción de la zona por lo bien que refleja hace más de 500 años lo que hoy son los Sotos de la Albolafia, un espacio donde naturaleza y cultura se entremezclan, donde aves procedentes de lugares remotos se mueven entre monumentos milenarios. Con una diferencia, ya no es un lugar exclusivo para selectos nobles, sino un espacio público donde cualquier persona puede disfrutar.
1 Siento curiosidad por cuales eran las especies vegetales que el autor describe, no es seguro que la caña (Arundo donax) ya existiera en la Península, las primeras referencias que se tiene en Europa Occidental son del siglo XVI . Aquí está el texto en latín por si alguien puede aportar mas luz sobre este asunto: "Cuius lictorum arboreitas et humencia crepidinis aundineta, scirpus, calamus et colunbus"
2 El texto pertenece a la obra "Descriptio Cordobae" escrita en la primera mitad del siglo XV por un tal Jerónimo (el manuscrito completo y su traducción puede consultarse en "Córdoba en el siglo XV de Manuel Nieto Cumplido"). El conocimiento del mismo se lo debo al Catedrático de Historia Ricardo Córdoba.
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