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domingo, 2 de diciembre de 2012

Las apariencias engañan

Entre las aves que  gustan de posarse en lugares descubiertos hay una que destaca este otoño en el parque de Miraflores, es un pájaro algo menor que un mirlo, con el pico ganchudo como una rapaz; pero, que sin embargo, está mas emparentado con un jilguero que con un cernícalo. Se trata de un alcaudón real (Lanius meridionalis), ave que pertenece al orden de los paseriformes y, por tanto, con facilidad para el canto, lo que le permite imitar el trino de otras aves, sobre todo fringílidos y aláudidos, y así poderlos atraer y capturarlos con más facilidad.
 El alcudón real como otros  lánidos es básicamente insectívoro y completa su dieta con una amplia gama de vertebrados como pajarillos, lagartijas, ranas, ratones, etc. Tiene la costumbre de que una vez capturados, y si el hambre no aprieta,  ensartarlos en algún arbusto espinoso.
Tan bravo es que algunos monarcas lo usaba para practicar una cetrería de salón. Soltaban un avecilla y  se entretenían viendo como el alcaudón la perseguía por la sala.
El alcaudón real que habita la península Ibérica es una especie distinta a la que lo hace en el resto de Europa, el alcaudón norteño (Lanius excubitor). Desgraciadamente su número disminuye víctima de la química con la que se rocía nuestros campos y la simplificación del paisaje agrario.
Afortunadamente un meridional merodea este invierno por los alrededores del río y cada vez más confiado se deja observar mientras plácidamente tomamos el solecito a cuerpo de rey.

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