Un bando de cormoranes pesca en grupo, algunas garzas apostadas en las orillas intentan capturar aquellos peces que acosados por los cormoranes se ponen a su alcance, un zampullín chico que no se fía se esconde entre las eneas. De repente los cormoranes alzan el vuelo y se unen a otra gran bandada, entre tantas aves negras contrasta un ave completamente blanca, el tamaño y la silueta delatan a la especie: una garceta grande (Camarduelis albus) una joya que desde hace pocos años visita este paraje.
Faltó poco para acabar con la garceta grande, estuvo de moda entre las mujeres de las clases burguesas el llevar en su sombrero los penachos blancos que adornan las alas de estas aves durante la reproducción. La alta cotización que alcanzaban estas plumas provocaron una encarnizada persecución en la que moría tanto los adultos como las crías. Todavía conservo la Guía de Aves que manoseabamos el grup ecologista AMEACO en los años ochenta, en la que esta garza tiene el estatus de divagante en la Península. Afortunadamente la tendencia ha cambiado, ya se observa en todo el Estado y en espacios como el Delta del Ebro o Doñana la e
specie se reproduce.
specie se reproduce.
Es una suerte poder observar a la garceta grande, al menos la misma suerte que contemplar Las Meninas o La Mezquita de Córdoba. Legados naturales y culturales que tenemos la obligación de preservar para generaciones futuras. Me preocupa el interés de los "mercados" por desregularizarlo todo, también las leyes que protejen el medio ambiente. Estoy convencido que los "mercados" añaden a los gastos que hay que reducir los derivados de la preservación de las especies amenazadas.
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