De las cien especies de aves que suelen observarse en el Guadalquivir a su paso por Córdoba, hay dos exóticas que anidan en este entorno: la cotorra de kramer (Psittacula krameri) y el pico de coral común (Estrilda astrild).
La primera es un tipo de loro del tamaño de una paloma con una librea fundamentalmente verde, la otra, un bello estrildo que suele verse en inquietas bandadas. Ambos son originarios de Africa. ¿Cómo llegaron hasta aquí?. Vamos a echarle un poquito de imaginación...
Todo empieza frente a un escaparate de una pajarería: - ¡Ay! ¡qué lorito más bonito!. Después aflojar la cartera en la compra de la cotorra y accesorios. Ya en casa el Pater Familia ataviado de pirata, pacientemente, enseña vocablos que obstinadamente el animal ignora, a lo más provocan un griterio más apto de ser proferido en una selva que en un piso de setenta metros... Poco a poco, lo mismito que le pasaba al matrimonio de Gila, lo que eran ruiditos gracisosos son percibidos como berridos espantosos. Por la mente de más de un miembro de la unidad familiar pasa el retorcerle el cuello, pero una moral formada a base de películas como "La Dama y el Vagabundo", "Ciento un dálmatas" o "Los perros también van al cielo"; financiadas todas por Royal Canin y Friskies, evita, afortunadamente, el cotorricidio.
Y de la necesidad, virtud; en un rebujito de conceptos tomados de Wilhelm Reich y Stuard Little, la happy family decide organizar la ceremonia de la liberación del pajarito. Y ahí están todos y todas, vestido a lo Coronel Tapioca, preparados y plenos de emoción para tan importante liturgia. Acarician la cotorra y le susurran suavemente buenos deseos; y, por fin, el animal, tras dar un fenomenal mordisco a la mano salvadora, alza el vuelo exclamando un palabro, que todos y cada uno juran y perjuran no habérselo enseñado, las influencias de la tele...
Por lo general el ritual acaba en tragedia y el pobre animal muere lentamente de inanición, incapaz de adaptarse a un medio que le es ajeno. Unos pocos sobreviven y colonizan parques y campos amenazando con su expansión a otras especies.
Para ser sincero me gusta ver las cotorras de kramer volar velozmente entre los árboles, entrar y salir de su nido situado en un hueco de una enorme casuariana. Disfruto observando los estrildas, pequeñitos y nerviosos, con un pico rojo intenso, precioso... sentimientos contradictorios con la conciencia de que la liberación de especies exóticas es hoy un gran problema para la biodiversidad.
3 comentarios:
Buena información sobre nuestro entorno y también sobre algunos de sus habitantes.... y lo que es mejor: ¡una divertidísima forma de darla!
Muy sincera la reflexión final, a la que me uno. Y una forma original también de anunciar (quizá denunciar) que tenemos especies invasoras que dañan nuestra biodiversidad. Muy bonitas, sí, pero dañinas también.
Diego, te animo a que sigas contando con humor qué ocurre en nuestro entorno. Así da gusto!
Muchas gracias, Cristina y sobre todo bien venida de una persona tan comprometida como tú.
Pretty photographs, congratulations!
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