Colores para la Ciudad

Desconocemos exactamente el valor adaptativo por el que los árboles caducifolios adoptan distintas tonalidades antes de perder sus hojas. Pero sí sabemos reconocer el enorme valor estético de los amarillos, ocres y rojos con los que se visten en otoño estas arboledas.
Otras especies como las encinas, alcornoques, acebuches, etc., propios de los campos mediterráneos, no pueden permitirse el lujo de estos cambios de hoja estacionales, su principal "empeño" es estar preparados para soportar un largo estiaje en el que el agua, elemento esencial, es un bien escaso. Así, durante gran parte del año, en nuestros montes predominan los verdes salvo las hileras de árboles que siguen a ríos y arroyos que expresan con distintos colores el paso de las estaciones.
A este devenir no es ajeno el magnífico soto que acompaña al Guadalquivir a su paso por Córdoba ofreciendo al paseante escenas de los bosques templados.
Sorprende que a pesar de los muchos proyectos realizados o ideados en el río, ninguno haya recalado en subrayar aún más el encanto que este bosque cambiante puede ofrecer a la Córdoba monumental. Una adecuada planificación de las especies vegetales sembradas en los parques del entorno, que tenga en cuenta la variedad cromática, pueden acrecentar de sobremanera la belleza propia del bosque de ribera.
Se trataría, en definitiva, de potenciar el río como una gran arteria de la que rescatar y asumir lo que un bosque fluvial puede aportar a una ciudad: paisaje, frescor en el intenso verano, lugares para un ocio sosegado amén de un espléndido oasis en el que vivir los ritmos de la naturaleza.