Inmóvil, observa como a decenas de pasos se ha posado su presa favorita, su cuerpo es pura tensión, todo su ser se centra en capturar tan delicioso manjar. Con unas cortas carreras ha logrado aproximarse a escasa distancia. Es el momento clave, un movimiento en falso y todo su esfuerzo habrá sido en vano. Pero en esta ocasión, no ha sido así; un rápido sprint y un certero bocado, han dado al traste con el último intento de huida de la polilla.
Lo más espectacular es que la captura ocurrió en el techo, justo encima de mi cama. Incluso, llegué a aguantar la respiración para no distraer a la salamanquesa (Tarentola mauritanica) y ésta se precipitara encima mía.
Estamos en noviembre, y todavía es posible observar a este reptil en las paredes del Molino de Martos aprovechando los primeros rayo solares, especialmente los días que va a hacer calorcito.
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