No hay noche que no salgamos de juerga que mi colega no saque el tema de los bonobos, venga o no venga a cuento, a tiempo y a destiempo... Desde que vio el documental de National Geographic "Bonobo: La Hembra Alfa" , es monotema. Ya no sé si es por obsesión o simplemente que es un caradura, cada noche que salimos de juerga monta un pollo en el bar y pretende solucionar el conflicto al estilo bonobo.
No lo voy a negar, me gustan los
bonobos, me resulta estimulante una especie de chimpancé que práctica
el "haz el amor y no la guerra". Frente a tanto
patriarcado entre los primates, ellos, y sobre todo ellas, reclaman que otro simio es posible. Porque
por mucho que se empeñe la autora del libro "Cásate y sé sumisa" ni el patriarcado ni el matrimonio es Ley Natural. Ejemplos tenemos en tribus como los Mosuos, un matriarcado del Tibet chino.
De todas formas tengo que confesar que aún
apasionándome los bonobos ahora estoy en otro rollo, voy del rollito somormujo. Y es que cuando uno ve la parada nupcial de los somormujos lavancos es imposible no exclamar ¡Qué bonito, joé!. Macho y
hembra se encuentran, nadan uno bajo el otro, emergen juntos, acompasan movimientos, ofrendas de plantitas
acuáticas y después... hacen el amor en una islita fabricada por ellos. ¡Precioso!. Además, no ocurre en
los somormujos como en algunas especies, donde impera el "si te visto no me acuerdo", estas aves comparten la
incubación y el cuidado de los pollos. No sé si las parejas mantienen sus lazos conyugales de una temporada a otra, da igual porque cada primavera
la viven intensamente.
Un somormujo anda cerca del Puente de Miraflores, aunque ahora no tiene el plumaje nupcial es muy
lindo. El verlo desde lo alto nos permite observar algunos detalles de su
anatomía: su casi ausencia de cola y sus patas situadas muy atrás, una adaptación al medio acuático que le hace muy difícil el caminar pero que sin embargo le permite ser un especialista del buceo. Pasa gran parta de su vida en el agua, el nido es una isla de
vegetación construida por él y prefiere huir sumergiéndose que volando. Hubo un tiempo, hace ya unos años, que una parejita se vio en una isla que había aguas arriba del Puente
Romano, no pierdo la esperanza de volver a ver en mis paseos por el río el amor de los somormujos.
2 comentarios:
Todavía sigue el tema de los bonobos... jejeje
Precioso Diego, me ha encantado
Virginia
Publicar un comentario