Hay quienes en sus paseos campestres no se resisten en capturar a cuantos animales se les ponen a su alcance, con la única finalidad de observar con más detenimiento la especie en cuestión. Como es lógico los seres vivos se resisten a ser toqueteados por descocidos, máxime cuando estos no siguen ningún protocolo de acercamiento. Así que la respuesta a esos intentos de ser cogidos pueden ser diferentes: correr, esconderse… o un buen mordisco o picotazo. Pero los hay más sutiles y muestran la falta de “química” usando la misma, así nuestro galápago leproso segregará un líquido maloliente que disuadirá al sobón de posteriores intentos.
Por desgracia, esta estrategia no ha servido para que nuestro reptil haya sido capturado para pasar a ser un vecino más de un patio cordobés esperando los raptores que el animal se dedique a la captura de ratas y ratones, creyentes ellos en una versión gatuna de la fábula de Esopo.
Sin embargo, no son principalmente las capturas las que están provocando la disminución de esta especie sino la pérdida de hábitat, y el contagio de enfermedades procedentes de otros galápagos exóticos como el de Florida que han sido liberados por particulares en el Río.
Varios son los puntos, en la Ribera donde es posible observar a esta especie tomando el sol con su cuello estirado, quizás intentando disimular la edad que en los ejemplares más grandes superan los veinte años.
Por desgracia, esta estrategia no ha servido para que nuestro reptil haya sido capturado para pasar a ser un vecino más de un patio cordobés esperando los raptores que el animal se dedique a la captura de ratas y ratones, creyentes ellos en una versión gatuna de la fábula de Esopo.
Sin embargo, no son principalmente las capturas las que están provocando la disminución de esta especie sino la pérdida de hábitat, y el contagio de enfermedades procedentes de otros galápagos exóticos como el de Florida que han sido liberados por particulares en el Río.
Varios son los puntos, en la Ribera donde es posible observar a esta especie tomando el sol con su cuello estirado, quizás intentando disimular la edad que en los ejemplares más grandes superan los veinte años.
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