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viernes, 18 de abril de 2008

Paseando por el río




El tramo urbano del río Guadalquivir es fuente de agradables sorpresas para quien guste observar la fauna. Por este motivo, no pierdo ocasión de asomarme a la ribera cada vez que tengo oportunidad.
Como otros días, llego al río por la calle Consolación, veo unas bolas de plástico flotando sobre el agua, después me entero que de noche son estrellas ¡11000 euros! invita Procordoba. Más adelante, un carrito de un hipermercado semienterrado multiplicará los reflejos de las luminarias.
Unos ingleses se sorprenden por la presencia del martinete que apostado en un sauce espera que algún barbo se ponga a su alcance. A la altura del puente de Miraflores, homenaje a un ausente: “El hombre río”, 48000 euros que se llevó la corriente y nadie reclamó la garantía. Debajo, un desagüe de pluviales: restos de papeles, bolsas, telas…basura.
Al llegar a la alameda percibo su inconfundible aroma. Dentro de un par de años, cuando la ribera no tenga tráfico, será aún más grato pasear bajo su sombra.
El Puente Romano, recién restaurado, tomado por las personas; un padre que asoma a sus hijos para que vean una pareja de ánades reales, visitantes que alternan sus fotografías a la Mezquita con las de los Sotos de la Albolafia. No parecen molestarles los árboles y sí la basura acumulada en la orilla.
Subo al Tres, va lleno. Suerte que todavía hay personas que usan el transporte público. Hojeo el periódico, “Poemas que saltan. Fauna cosmopoética en los Sotos de la Albolafia”, buena idea ¿cuál habrá sido su presupuesto?.

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