Tres preciosas nutrias jugaban en las
inmediaciones del Puente Romano. Dos continuaron aguas abajo entre
los canales del molino de Enmedio. La tercera quedó atrás,
entretenida, merodeando entre las grandes rocas, bajo los pilares del
puente. Al rato empezó a ponerse nerviosa, moviéndose de aquí para allá,
emitiendo chillidos. Se había extraviado de su mamá y su hermanito, y los llamaba insistentemente.
Contemplo la escena. Recuerdos vagos
pugnan por emerger, un niño perdido en una gran plaza, adornos,
luces de colores, y voces, muchas voces que lo llaman...
Los gritos toman forma, los escucho en
mis adentros, cada vez más nítidos. "¡Chenchoooooo!,
¡Chenchoooooooo!. José Isbert, el abuelo, llama insistentemente a
su nieto que se ha separado del grupo de hermanos en la Plaza Mayor.
Una escena inolvidable... Inolvidable porque "La Gran Familia",
la ponían y reponían en TVE, año tras año, insistentemente, todas
las navidades.1
¡Chenchooooo!¡Chenchoooooo!, una
escena dramática, acentuada porque José Isbert tenía una voz ronca
y afónica. Nada que ver con nuestras madres, hechas a gritar desde
el balcón para que volvieramos de la calle o preguntar de qué
queríamos el bocadillo.
Esa fue mi esperanza, la voz aguda que
usan las nutrias para detectarse, un reclamo que no queda ahogado por
el incesante rumor de las aguas del río.
1 Aquellos que para su suerte se
perdieron esta película pueden ver la secuencia a la que hago
referencia aquí.
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